sábado, 7 de julio de 2018

Teatro y tutoría

Un nuevo curso ha terminado y en estos primeros días de vacaciones me gusta  hacer balance. Si pienso en mis clases es muy positivo, me da la sensación de haber conectado y trabajado bien con cada uno de mis grupos (esta sensación no la tengo todos los cursos), aunque ya tengo en mi cabeza la lista de los recursos, de las ideas que han funcionado y  la lista de lo que no ha dado buenos resultados. 

Una de las apuestas ganadoras ha sido la de entrelazar  tutoría y teatro. El teatro es una maravilla para enseñar, para unir grupos, para conseguir que alumnos y alumnas que en clase tienen menos protagonismo y voz la tengan, para emocionar, para fomentar la creatividad y la responsabilidad y más. Escribo "teatro" con modestia, porque las obras en las que por ahora me he embarcado han sido muy pequeñas y porque soy una aficionada, no soy profesora de teatro ni de lejos y tiro más de intuición y emoción que de conocimiento. 

Me gustaría contaros cuáles son los aspectos que han convertido La cenicienta sin zapatos de cristal en una gran experiencia y mostraros tanto el texto como el vídeo del estreno (aunque no tiene demasiada calidad).

El mensaje del texto ha llegado al alumnado. Tanto a mi tutoría como al público. Es muy necesario  cuestionarse lo que siempre nos han contado sobre los roles que nos corresponden depende de si somos chicas o chicos, lo que es importante para unas y otros, cómo debemos reaccionar, etc. En el segundo trimestre tocaba en Lengua trabajar la crítica cultural y les propuse realizarla de nuestra obra, en concreto, de uno de los ensayos. Algunas reflexiones en las críticas eran la mar de interesantes. Al finalizar la obra, en las tres ocasiones que las hemos representado, hemos dado lugar a preguntas por parte del público y en una de las intervenciones una chica nos explicó que le había gustado nuestra versión desde el punto de vista feminista, desmontando la película Disney (la película Disney es el referente más claro del cuento de Cenicienta que tienen estos adolescentes, esto también me ha quedado claro). El guion del teatro está basado en el cuento "Érase dos veces Cenicienta" de la editorial Cuatro Tuercas. Recomiendo este y el resto de cuentos de la serie. A continuación, el guion tal y como quedó al final, después de muchas modificaciones y anotaciones.










El día del estreno acabé sorprendida gratamente de la capacidad de mis alumnos y alumnas de organizarse, de buscar soluciones ingeniosas a los problemas, de encontrar cada uno, cada una,  su lugar en el engranaje. El día del ensayo vivimos una explosión generalizada de emociones y tuvieron que ejercitar la empatía para entender que los nervios juegan mala pasada, empatía y compresión con ellos mismos, porque también hay que saber  aceptar los fallos propios. A lo largo del curso, en los ensayos, poco a poco visualizamos un objetivo común con el que nos comprometíamos y que necesitaba de nuestra responsabilidad, teníamos que llevar a cabo una representación decente, así lo recalqué en cada una de mis broncas, que también ha habido muchas. Y qué decir de la creatividad e ingenio, sobre todo del equipo de decorado, transformando, por ejemplo, un patinete en un corcel o una silla de instituto en un trono real.



Construyendo algo juntos se van creando lazos, ensayando se dejan al descubierto algunos problemas que en la clase a veces son más difíciles de evidenciar, por lo tanto la experiencia como grupo ( muy lejos de la perfección por varias historias) ha sido positiva. Es cierto que el dedicar las horas de tutoría lectiva a esta tarea, me ha impedido trabajar otros temas y algunos problemas los hemos tenido que hablar y solucionar en otras horas. Pero aún así creo que toda la aventura de montar la obra y luego representarla será algo que nunca olvidaremos y que los ha dotado de valores. La emoción común también ha provocado un fuerte sentimiento de gratitud, del grupo hacia mí y de mí, más grande todavía, hacia el grupo.